Querida (y odiada) EM:

Eres traicionera. Llegaste a mi vida a hurtadillas, escondiéndote en las sombras de la forma más traidora, sin avisar, dejándome devastada.
Has ido atacando estratégicamente mis defensas intentando en tu campaña de avance acabar con mis fuerzas y mi ánimo.

Como el más terrible de los enemigos te odio, te temo y pretendo neutralizar tus avances con todos los medios posibles a mi alcance.
A pesar de todo tengo que darte las gracias porque me has hecho terriblemente fuerte y poderosa, dándome una fortaleza capaz de superar cualquier contratiempo que surja en esta contienda, que terminaré librando con un final feliz.

Tengo que agradecerte también el descubrir que no estoy sola en esta lucha, que desde otros flancos te hacen frente con gran valentía, que a pesar del miedo, del dolor o la incertidumbre hay que encontrar la poesía para elevarnos y contemplar esta batalla con el color de la esperanza y el estandarte de la victoria.

Anónimo

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