Querida (y odiada) EM:

Como si fuera una carta a los Reyes Magos… te escribo. Con la ilusión del niño que pide sus regalos. Pero sabiendo que quizá sus Reales Majestades no encuentren mis deseos en la fábrica de los sueños. Quizá porque se agoten. Quién sabe si porque se pierdan en el camino.
Te escribo, íntima enemiga, para que sepas que, un año más, sigo pidiéndote que seas buena conmigo. Que me premies con tu indiferencia. Que no te acuerdes de mí. Que sigas siendo mi sombra, pero sólo eso… mi sombra. En los días grises. En los soleados. Impasible, pero lejana… A ras de suelo.
Te escribo, íntima enemiga, para que sepas que has ganado una batalla, pero estoy empeñada en que jamás ganes la guerra. Y ahí te doy las gracias. Tú, y sólo tú, me has hecho ser mucho más fuerte de lo que creía. Me has enseñado a valorar el tiempo. Mi tiempo. A dar importancia a los problemas que realmente lo son. A mirar a los que me rodean y agradecer a la vida que me permita estar a su lado. Me has enseñado que el sabor de mis lágrimas no es tan salado. Porque la dulzura del cariño, la comprensión, el apoyo y el amor de los míos es mucho más fuerte. Gracias a ti, hoy valoro la suerte de estar viva. Valoro los días en los que el cansancio me deja ser más yo. Valoro los momentos en los que puedo jugar con mi hijo sin miedo a romperme. Valoro los instantes de carcajadas. Valoro mi humor ácido cuando hablo de ti, a escondidas, sabiendo que me escuchas. Porque siempre escuchas. Valoro tus silencios. Y hasta tus sobornos. Tus advertencias.
Gracias a ti sé que no estoy sola. Sé sonreír aunque lo que me apetezca sea llorar. Y ser agradecida. Y mirar a los demás con los ojos de la empatía. Y ponerme en la piel del otro. Y crecerme ante las dificultades.
Sé tantas cosas… Tantas cosas que antes ya sabía pero a las que no le daba importancia. ¡Tantas!…
Sí, íntima enemiga. Te escribo para pedirte que sigas siendo buena conmigo. Y para que te llegue este mensaje. No es una amenaza… o sí. Porque sé que tienes los días contados. Y más pronto que tarde la investigación dará con la llave para que desaparezcas. Seremos libres de este candado caprichoso que nos aprisiona. Y serás un recuerdo.
Ése es mi deseo. Ése… mi mensaje. Sigue siendo mi sombra. Pero sólo eso. Una sombra.

Arancha Martín

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