Querida (y odiada) EM:

Hoy te escribo para decirte lo agradecido que estoy de haberte conocido:

Gracias a ti encontré el amor verdadero, ese que no mira físicos ni dinero.
Gracias a ti empecé a disfrutar de las mañanas dejando atrás el tan sobrevalorado ocio nocturno.
Gracias a ti descubrí lo reconfortante que puede ser el abrazo de mi hijo cuando me caigo y él intenta levantarme, aunque aún solo tenga 7 años.
Gracias a ti encontré grandes profesionales que se dejan la piel por mi bienestar.
Gracias a ti empecé a valorar el tiempo, alegrándome de mis cumpleaños sin apenarme por ser más viejo.
Gracias a descubrí a mis buenos amigos, y a los no tan buenos.
Gracias a ti encontré mi lugar en la vida.
Gracias a ti empecé a valorar lo que puedo y sé hacer.
Gracias a ti descubrí que lo material solo da segundos de felicidad.
Por todo eso te doy mil gracias, pero nunca me vencerás, jamás doblegaré mi voluntad a ti, siempre seré el dueño de mi destino.

Sin más me despido de ti que ya es tarde y estoy cansado, aunque sé que por la mañana estarás esperándome a los pies de mi cama para recordarme que nunca te separas de mí.
Tú esclavo.

Gustavo

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