Querida (y odiada) EM:

Querida (y odiada) EM:

Te voy a contar una historia que he titulado “¿Cuidadores? Ellos”:

La señorita Escle, nos besó a finales de 2009. A tantas puñaladas oxidadas, supo su beso, una tras otra, despacito, gustándose…que nos hizo caer, sin saber hasta dónde… Apagando el sol hasta marchitarme el seso.

A ciegas, conocerla, apoyado en unos brazos que me mecían ayer, y hoy y cada segundo, me levantan, me sostienen. Testigos de las averías, que dicha señorita se empeñó en grabar en mi cuerpo, frente a sus miradas, que me levantaban el alma. Desdichada señorita, rompe mis nervios, pero da en hueso, jodiéndose como el viento, que de la alegría que ellos sin pedirlo, me regalan, nada se lleva, nada me arranca. Lo siento señorita, con usted no me caso, por mucho que se empeñe en aferrarse a mí. Quien bien te quiere, no te hace penar, así me enseñaron ellos.

Son mis manos, son mis ojos, mis piernas, mis dolores…son mi vida. Son mis padres. ¿Cuidadores? No, no solo eso… me dieron la vida, me la dan cada día. Escribe Miguel Hernández (…) porque aún tengo la vida (…) Gracias a ellos, aún la tengo. Secan con cada gesto, cualquier manantial de agonía, haciendo florecer verdes mis ojos, de esperanzas llenos. Sin más, solo con verles, solo por eso.

Ellos, mi padre y mi madre o mi madre y mi padre, ¿qué más da? son mi libertad.

Juan Manuel Sánchez-Crespo Camacho

Share This