Querida (y odiada) EM:

No sé si querida pero no odiada EM. No te conozco en primera persona, pero te presentaste en la vida de la perdona a la que más quiero robando risas y provocando lágrimas, y eso me da derecho a escribirte.
No sabía muy bien cómo eras ni entendía porqué te habías acercado a ella. Pero entonces, me puse como loca a investigar, a buscar en todo medio posible de qué manera podías influir en nuestras vidas.
Fue en ese momento cuando te repudiaba, deseaba con todas mis fuerzas que no existieras y rezaba (siendo poco creyente) para que la abandonaras a cambio de venirte a mi.
Hoy, más de 10 años después, sigues dándome miedo. Me aterra no saber cómo comportarme contigo, cuándo y cómo aparecerás.
No merece la pena reprocharte nada ni odiarte, aunque me cueste darte las gracias por lo que mi hermana haya aprendido desde tu existencia. Es ella quien debe hacer balance, y no yo, pero como tú y yo la compartimos porque solo tú lo has decidido, te mando un claro mensaje: EM no des sustos a mi hermana y enseñános a vivir contigo y llevarnos bien.

Mar

Share This