Querida (y odiada) EM:

Me enteré de tu existencia de muy muy pequeñita y todavía no sé tan si siquiera si algún día realmente te he llegado a conocer.
Entraste en mi vida de repente, tengo recuerdos vagos, pero no fuiste a mi a quien te plantaste y le diste un bofetón. De frente y a mano abierta.
Elegiste a uno de mis seres queridos, te aferraste a él y decidiste que vivirías con nosotros todo el tiempo que hiciera falta. Esa fue una decisión dura, una decisión a la que nunca se está preparado y a la que tampoco nos preparas. Nos dices que solo nos queda una opción y nosotros la cogemos. Cabeza arriba y a pelear.

Como siempre, apareciste de repente, como aquella vieja amiga que viene sin avisar y en ese momento no puedes recibir, pero que nada, se empeña en quedarse a cenar. Y no te la puedes quitar de encima. Pues así, solo que tú directamente, escogiste habitación.

A ti no se te puede querer, es imposible, inhumano, pero si se te puede agradecer. Y eso es lo que voy a hacer.
Te agradezco que lo hicieras invencible, luchador, vividor, consciente, poderoso.
Nunca olvidaré el día que escuché, como de su boca, salía la palabra feliz. ‘Yo soy feliz, Marta’. En ese momento te quise. Te quise mucho.

Nunca ha dejado de aprender a disfrutarte, a vivirte, a sufrirte y con todo y con ello, sonríe. Y eso que no es de sonrisa fácil. Además, has conseguido que sus sonrisas sean más valiosas que el propio oro.
Hay días que eres más mala que otros y ese día te odiamos por encima de nuestras posibilidades. Pero hay otros días que nos dejas ver como sigue siendo el de siempre, sabemos que no podrás con él. Y él también lo sabe.
A veces nos dificultas la existencia, nos haces que el día a día sea un poquito más complicado, pero yo creo que por tu culpa, somos una familia unida a más no poder.
Sabemos lo que es ayudar, comprendemos que significa hacerle la vida más fácil a alguien con ciertos gestos y maduramos a base de pequeños golpes que a día de hoy nos hacen grandes.
Todo esto te agradezco, todo esto y más. Espera.

Has conseguido que la figura paterna se acreciente a límites insospechados, has conseguido que el verbo avanzar, se consiga sin dar ni un mísero paso. Por tu culpa nos queremos hoy muy fuerte, y no vamos a dejar de hacerlo por que te hayas implantado en nuestra rutina.

¿Sabes qué? Gracias a ti, he conocido el verdadero significado de la palabra amistad y he sido testigo de como amigos se convierten en familia y como familiares nos reímos como amigos.

No voy a llamarte suerte, por qué estaría mintiendo a todo el que me lee.
Pero por ti, somos así y yo me quedo con eso. La verdad es que sin ti, no sé si seríamos mejores.

Te quiero papá

Marta P

Share This